Carlos Colón Perales – La fuerza del cariño

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Diario de Sevilla, 5 de marzo de 2006

Día de la Función en honor de María Santísima del Mayor Dolor y Traspaso

La fuerza del cariño se manifiesta en cómo los hermanos y los devotos son acogidos; y en cómo las puertas se abren a todos como las de esa casa común que necesariamente toda hermandad –y ésta, como la Macarena, más aún si cabe- ha de ser. La fuerza del cariño se demuestra en cómo todo –ya sea el culto o la convivencia, lo que tiene lugar en el templo o en la casa de hermandad- se ordena a lo que la sagrada imagen expresa y exige; y a lo que la devoción a ella profesada ha ido conformando a lo largo de los años: lo contrario, justo lo contrario, de la rigidez puritana, de la beatería excluyente, del fariseísmo que se permite otorgar credenciales de buenos o malos cristianos, del elitismo integrista que desprecia esa honda devoción popular de la que escribieron Núñez de Herrera o Chaves Nogales, que cantaron Torres o Caracol, que profesaron la señá Gabriela o el Mogro, que llamó al Señor El Cisquero o “divina y buena persona”.

La fuerza del cariño se manifiesta en cómo una Virgen necesariamente invisibilizada por la “fuerza de presencia” de su Hijo –que todo, hasta el menor resquicio, lo llena de sí- ha sido por primera vez puesta durante su triduo en el lugar central que hasta ahora nunca se le había dado: el que le corresponde por ser Madre de quien es y por haber presidido la cofradía que de antiguo se conoció como la del Traspaso. La fuerza del cariño se manifiesta en cómo las manos del Señor han sido dispuestas por un prioste hijo de prioste como se ve en los azulejos y en las viejas fotografías. La fuerza del cariño se demuestra en esta sabiduría no aprendida, sino heredada, que halla en el
servicio de amor su rito y su regla.

La fuerza del cariño se manifiesta –con temor y temblor, pero sobre todo con responsabilidad y seriedad- en el coraje de afrontar la necesaria restauración de una imagen esculpida por Juan de Mesa en 1620, pero también por el tiempo y por el santo desgaste devocional para el que fue hecha. La fuerza del cariño se demuestra en esta responsabilidad contraída, no para con nosotros que lo tenemos sin que corra riesgo inminente, sino para con nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos; para que puedan venerarlo tal y como nosotros lo hemos venerado, tan bella y conmovedoramente herido por el tiempo pero nunca vencido por él; para que generaciones de sevillanos sepan, con sólo ir a San Lorenzo, que la ternura de Dios existe y es cierta; para que en Sevilla, y así por siempre, se pueda creer sólo con mirar al Señor del Gran Poder.