Francisco Berjano Arenado 2014

GRAN PODER

Estamos hablando de la Cruz, de la Cruz como guión que marca nuestras vidas y que, de principio a fin, preside nuestra Semana Santa.(…)

Cuántas personas sufren penosas y largas enfermedades que, en algunos casos, no tienen otro final que el fallecimiento; cuántas esperan un trasplante que les dé la vida y que no llega, y cuántas de éstas lo hacen de forma silente, sosegada; tratando de que su sufrimiento no pase de ellas, de que los familiares que las rodean no vivan su infelicidad, incluso, tratando de transmitir una alegría que humanamente es difícil de justificar.

Seguro que cada uno de vosotros les ponéis nombre y cara a personas que, como éstas que he contado, viven su gran problema, viven su cruz, pendientes del prójimo.

Y me pregunto: ¿Qué es lo que hay detrás de todas ellas? ¿Quién hace que se olviden de sus problemas, de sí mismas, para estar siempre atentas al que a su lado está? ¿Quién consigue que, a pesar de sus carencias físicas, la luz siempre les resplandezca? ¿Quién carga con su cruz? ¿Quién es capaz de sustentar su ánimo? ¿En Quien confían? ¿En Quién se apoyan? ¿Quién hace que los sordos oigan y los ciegos vean?

Sin duda alguna el que todo lo puede, NUESTRO PADRE JESÚS DEL GRAN PODER. En su nombre tres personas distintas y un solo Dios verdadero; no puede ser otro. Porque Él es algo más que la maravilla de un rostro, la dulzura de una mirada que llega directamente al alma, la perfección de un paso barroco, el paso por antonomasia desde el que derrama sus bendiciones – ¡el paso! – modelo de otros, ni es el bamboleo de una túnica bordada o no, el racheo más o menos alargado de sus costaleros, el fervor de las manos que labraron la madera de Su Cruz, las colas infinitas buscando el consuelo, ni siquiera un talón gastado, comido por besos de devoción, de anhelos, cariño y agradecimientos, besos de amor, EL SEÑOR es eso y más.

Es el abrazo del Padre que en busca del hijo pródigo sale al encuentro; es alivio, amparo, cobijo, abrigo y protección, compañía para el que está solo; es el buen consejo, calma de nuestras preocupaciones y desvelos, bálsamo de nuestras heridas, zancada adelante que nos da arrestos; clemencia, comprensión y perdón para nuestros defectos, conversión para el incrédulo, concordia en los enfrentamientos, manantial de gracias y recompensas, Epifanía constante en San Lorenzo, sentimiento de nuestros ancestros, ilusión frente al desencanto, esperanza para quien aguarda. Ante las dificultades serenidad y sosiego, es mano que te acaricia, “tranquilo Kiko que todo tiene arreglo, cuéntame que yo te escucho y yo te cuento”; y es que el GRAN PODER es el todo y es de todos y estar junto a Él es sentirse en el cielo.