Pueblo de Dios en salida, lema del Congreso Nacional de Laicos en el que participa la Hermandad del Gran Poder

Que el mandato del Señor resuene siempre en ustedes: «Vayan y prediquen el Evangelio» (Mt 28,19).

Este fin de semana se celebra en Madrid el Congreso Nacional de Laicos, un encuentro cuyo lema “Pueblo de Dios en salida” es tomado del mensaje del Santo Padre Francisco a lo largo de su pontificado.

El Hermano Mayor de la Hermandad del Gran Poder. D. J. Félix Ríos Villegas está participando en el Congreso, dentro de los grupos de trabajo de la Archidiócesis de Sevilla, que colocan también con el proyecto HACIA 2020 a la Hermandad en ese mandato de Pueblo de Dios en Salida.

El concepto del Santo Padre de Iglesia en Salida y el estado de necesidad espiritual, de formación, de solidaridad y de primeras necesidades, han sido las motivaciones de la Hermandad del Gran Poder para poner en marcha el Proyecto de Evangelización HACIA 2020 en las muy necesitadas barriadas sevillanas del conjunto de Tres Barrios y Amate. Mediante el desarrollo de diversas iniciativas, como el comedor social, asesoría jurídica, profesorado para niños y adultos en diferentes casuísticas, inserción socio laboral, asistencia penitenciaria y auxilio a las Cáritas parroquiales, la Hermandad pretende adquirir este carisma tan demandado a los laicos como parte del pueblo de Dios que camina junto y al que el Santo Padre hace clara referencia en su escrito para este Congreso Nacional que se desarrolla entre el 14 y el 16 de febrero: “Es la hora de ustedes, de hombres y mujeres comprometidos en el mundo de la cultura, de la política, de la industria… que con su modo de vivir sean capaces de llevar la novedad y la alegría del Evangelio allá donde estén”

La Carta del Santo Padre para la motivación de los asistentes al Congreso, dirigida al Presidente de la Conferencia Episcopal, cita algunas de las claves que deberemos seguir los laicos, unidos:  “No tengan miedo de patear las calles, de entrar en cada rincón de la sociedad, de llegar hasta los límites de la ciudad, de tocar las heridas de nuestra gente… esta es la Iglesia de Dios, que se arremanga para salir al encuentro del otro, sin juzgarlo, sin condenarlo, sino tendiéndole la mano, para sostenerlo, animarlo o, simplemente, para acompañarlo en su vida”.

También el Papa Francisco alerta de las debilidades al solicitar que “eviten a toda costa las ‘tentaciones’ del laico dentro de la Iglesia”, a saber: “el clericalismo, que es una plaga y los encierra en la sacristía, como también la competitividad y el carrerismo eclesial, la rigidez y la negatividad…, que asfixian lo específico de su llamada a la santidad en el mundo actual”.

Este es el mensaje completo que el Santo Padre dirige a todos nosotros, laicos de la Iglesia en España. Que el Señor ilumine cuantas acciones se lleven a cabo y bendiga todos los frutos sociales y espirituales de este Congreso.

Al Eminentísimo
Cardenal Ricardo BLÁZQUEZ PÉREZ
Presidente de la Conferencia Episcopal Española
Querido hermano:
Me dirijo a usted, como también al querido Cardenal Carlos Osoro Sierra, Arzobispo de Madrid, y a todos los hermanos obispos, sacerdotes, religiosos y, de manera particular, a los fieles laicos, con ocasión del Congreso Nacional que celebran con el tema: «Pueblo de Dios en salida».

Para llegar a esta celebración han recorrido un largo camino de preparación, y esto es hermoso, caminar juntos, hacer «sínodo», compartiendo ideas y experiencias desde las distintas realidades en las que están presentes, para enriquecerse y hacer crecer la comunidad en la que uno vive.
Es significativo que inicien este Congreso en el día que la Iglesia hace memoria de los santos Cirilo y Metodio, patronos de Europa. Ellos impulsaron una gran evangelización en este continente, llevando el mensaje del Evangelio a quienes no lo conocían, haciéndolo comprensible y cercano a las gentes de su tiempo, con un lenguaje y formas nuevas. Con su ingenio y su testimonio, fueron capaces de llevar la luz y la alegría del Evangelio a un mundo complejo y hostil. El fruto fue ver cómo muchos creían y adherían a la fe, formando una comunidad; una porción del Pueblo de Dios comenzó a caminar en esa amplia región del continente, y lo sigue haciendo todavía hoy bajo el amparo de esos dos hermanos evangelizadores.

Esto nos enseña – como afirma el lema del Congreso – que somos Pueblo de Dios, invitados a vivir la fe, no de forma individual ni aislada, sino en la comunidad, como pueblo amado y querido por Dios. Le pertenecemos, y esto implica no sólo haber sido incorporados a Él por medio del bautismo, sino vivir en coherencia con ese don recibido. Para ello es fundamental tomar conciencia de que formamos parte de una comunidad cristiana. No somos una agrupación más, ni una ONG, sino la familia de Dios convocada en tomo a un mismo Señor. Recordar esto nos lleva a profundizar cada día nuestra fe: un don que se vive en la acción litúrgica, en la oración común de toda la Iglesia y que debe ser anunciado. Es el pueblo convocado por Dios, que camina sintiendo el impulso del Espíritu, que lo renueva y le hace volver a Él, una y otra vez, para sentirnos cosa suya. Y este Pueblo de Dios en salida vive en una historia concreta, que nadie ha elegido, sino que le viene dada, como una página en blanco donde escribir. Está llamado a dejar atrás sus comodidades y dar el paso hacia el otro, intentando dar razón de la esperanza (cf. 1 P 3,15), no con respuestas prefabricadas, sino encarnadas y contextualizadas para hacer comprensible y asequible la Verdad que como cristianos nos mueve y nos hace felices.

Para ello, se necesita esa libertad interior capaz de dejarse tocar por la realidad de nuestro tiempo y tener la valentía de salir a su encuentro. El mandato misionero es siempre actual y vuelve a nosotros con la fuerza de siempre, para hacer resonar la voz siempre nueva del Evangelio en este mundo en el que vivimos, particularmente en esta vieja Europa, en la que la Buena Noticia se ve sofocada por tantas voces de muerte y desesperación.

La Palabra viva de Dios necesita ser predicada con pasión y alegría a través del testimonio cristiano para poder derrumbar hasta los muros más altos que aíslan y excluyen. Es la hora de ustedes, de hombres y mujeres comprometidos en el mundo de la cultura, de la política, de la industria … que con su modo de vivir sean capaces de llevar la novedad y la alegría del Evangelio allá donde estén. Los animo a que vivan su propia vocación inmersos en el mundo, escuchando, con Dios y con la Iglesia, los latidos de sus contemporáneos, del pueblo. Y les pido, por favor, que eviten a toda costa las «tentaciones» del laico dentro de la Iglesia, que pueden ser: el clericalismo, que es una plaga y los encierra en la sacristía, como también la competitividad y el carrerismo eclesial, la rigidez y la negatividad … , que asfixian lo específico de su llamada a la santidad en el mundo actual.

Por lo tanto, no tengan miedo de patear las calles, de entrar en cada rincón de la sociedad, de llegar hasta los límites de la ciudad, de tocar las heridas de nuestra gente … esta es la Iglesia de Dios, que se arremanga para salir al encuentro del otro, sin juzgarlo, sin condenarlo, sino tendiéndole la mano, para sostenerlo, animarlo o, simplemente, para acompañarlo en su vida. Que el mandato del Señor resuene siempre en ustedes: «Vayan y prediquen el Evangelio» (Mt 28,19).
Los animo en su tarea y compromiso, y ruego al Señor que este Congreso pueda dar frutos abundantes.

Y, por favor, les pido que recen por mí.
Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide.

Fraternalmente, Francisco.

Roma, junto a San Juan de Letrán, 14 de febrero de 2020.
Fiesta de los santos Cirilo y Metodio, Patronos de Europa.